jueves, 1 de abril de 2010

Tunel de la ciencia ( una de las estaciones)

Analisís demográfico

Superpoblación, baby boom, descenso de la
natalidad, aluvión de ancianos, sobreenvejecimiento:
por lo general, los fenómenos demográficos
se expresan con formulaciones drásticas.
En este momento, casi no pasa un día
sin que se hable de la sociedad que envejece
o del desafío demográfico. El debate actual
sobre el futuro de los sistemas de asistencia y
previsión social, como los seguros médicos,
de jubilación y retiro o de invalidez, demuestra
el fuerte impacto que los procesos demográficos
tienen sobre nuestra vida en comunidad.
Pero los pronósticos sobre la evolución demográfica
en el siglo XXI, en Alemania y en el
mundo, constituyen sólo uno de los aspectos
que ocupan a los demógrafos.

Ciencias en interacción

Una mirada a la cotidianidad laboral de científicos
y científicas del Instituto Max-Planck
de Investigaciones Demográficas de la ciudad
de Rostock, muestra lo difícil
que es encontrar métodos
apropiados para analizar los
datos demográficos y extraer,
a partir de ellos,
conclusiones
“correctas”.
Por eso, en Rostock no
trabajan únicamente
demógrafos, profesionales
en estadística y matemáticos, sino
también sociólogos, politólogos, biólogos,
antropólogos, economistas, psicólogos e historiadores.
Allí, los límites entre las disciplinas
se atraviesan de manera constante; pero
es eso, justamente, lo que hace que la investigación
demográfica sea tan interesante.
Algunas de las preguntas clave son: ¿cuánto
se puede envejecer y cuáles son las condiciones
para la longevidad? ¿Qué papel juegan
los mecanismos de selección natural en
el envejecimiento? ¿Existen factores genéticos
que favorezcan la longevidad? ¿Cómo
influyen en estos procesos la asistencia médica,
el estado nutricional y otros factores
similares en las distintas etapas de la vida?
Para encontrar respuesta a estas preguntas,
los investigadores necesitan datos a largo
plazo, incluso algunos datos históricos, de
épocas sobre las cuales se conservan sólo
unos pocos documentos escritos. Registros
históricos, como los libros que se llevaban en
los conventos o los listados de nobles, pueden
ayudar a avanzar en las investigaciones,
aunque en muy pocos casos se conocen los
datos sobre la vida de la gente “común”.

Dientes y huellas del tiempo

Por lo tanto, los investigadores y las investigadoras
de Rostock “rastrean”, por así decirlo,
las piezas dentales buscando datos de
nuestros antepasados: utilizan un método
proveniente de la biología de la vida silvestre
con el cual se intenta determinar la edad del
dueño de los dientes. Con este método, hoy
se ha logrado una precisión de dos años y
medio. “Tooth cementum annulation”, abreviado
TCA, es el nombre del método que los
científicos del departamento de James W.
Vaupel han perfeccionado cada vez más en
los últimos años. Los resultados que proporciona
son mucho más precisos que los de la
osteología, el método corriente hasta ahora,
es decir, la estimación de la edad sobre la
base de las huellas de desgaste en algunos
huesos. Los científicos pusieron bajo la lupa,
mejor dicho, bajo el microscopio, todo un
conjunto de dientes provenientes de un cementerio
de la Baja Edad Media: al ampliar
la imagen unas 400 veces, es posible ver las
“huellas del tiempo” en el cemento de los
dientes en forma de una serie de líneas claras
y oscuras. Entre otros aspectos,
de manera similar a los anillos de crecimiento
de los árboles, la proximidad de los anillos
se corresponde con los esfuerzos a los que
se vieron expuestos los dueños de las piezas
dentales; por ejemplo, enfermedades, hambre
o, también, embarazos. El método TCA no
sólo permite determinar la edad de las personas
incluso siglos después de muertas, sino
que los investigadores también estiman que
próximamente podrán hacer afirmaciones
sobre la alimentación y el estado de salud de
nuestros más lejanos antepasados.
Mientras que una mirada por el microscopio
permite echar un vistazo al pasado, las proyecciones
en la computadora proporcionan la
tendencia para el futuro: así, la esperanza de
vida récord, es decir, el promedio más alto de
duración de la vida observado en un país a
escala mundial, ha aumentado de manera
constante en los últimos 160 años, tres meses
por año. En 1840, las mujeres obtuvieron
el récord en Suecia con una esperanza de
vida promedio de 45 años; hoy en día, la más
alta se observa en Japón, con 85 años para
las mujeres y 78 años para los hombres. “Los pronósticos sobre la existencia
de un supuesto límite máximo para la esperanza
de vida siempre han demostrado ser
falsos”, dice James W. Vaupel.

Cada vez más cerca de los cien

Mientras que el aumento de la esperanza de
vida en la primera mitad del siglo XX se
puede atribuir, principalmente, al descenso
de la mortalidad infantil y al combate efectivo
de las enfermedades infecciosas con vacunas
y medicamentos (antibióticos, entre
otros), en los últimos treinta años han sido
sobre todo los avances en el mejoramiento
de las posibilidades de supervivencia de las
personas mayores de 65 años, los que contribuyeron
de manera esencial para lograr su
incremento. Influyeron en ello la alimentación,
la higiene, los avances médicos en el
tratamiento de patologías crónicas como las
enfermedades cardiovasculares y el cáncer,
junto a un comportamiento, en general, más
consciente del cuidado de la salud. Un límite
máximo, en efecto, no está previsto. Si el
incremento lineal y constante de la esperanza
de vida continúa, dentro de sesenta años
el récord en los países industrializados ascenderá
a cien años. Actualmente, no existen
políticas laborales, de salud o de jubilación
preparadas para enfrentar tal situación.
La longevidad, según lo establecido hoy en
día por la ciencia, depende también de factores
genéticos. Los resultados de investigaciones
de biología molecular demuestran
que los genes conservados desempeñan un
papel similar, de hecho, en la regulación del
tiempo de vida en organismos tan distintos
como la levadura S. cerevisiae o la mosca de
la fruta Drosophila. La ventaja de estos organismos
es que se reproducen extremadamente
rápido y que una población del tamaño
de la población mundial –por lo menos en
el caso de la células de levadura– entra en
un simple matraz de vidrio. Y ese es, justamente,
el motivo por el cual existe un laboratorio
para células de levadura en el Instituto
Max-Planck de Rostock. En promedio, una
población de células de levadura vive entre
cinco y siete días. De dos mil millones de
células, los demógrafos del Instituto Max-
Planck seleccionaron 4.000 colonias tolerantes
al estrés y, finalmente, aislaron nueve líneas
celulares capaces de sobrevivir nueve
días. Por eso se las considera las “Matusalén”
de la levadura. Deben su longevidad a
mutaciones en determinados genes en particular.
A través de experimentos bioquímicos,
los investigadores pudieron demostrar que
las proteínas correspondientes forman parte
de cadenas de señales que se activan en si-
tuaciones de estrés. Estas cadenas de señales
presentan grandes coincidencias, desde
la levadura hasta llegar al ratón, lo que insinúa
la conclusión de que se han conservado
los mecanismos fundamentales del envejecimiento
desde los organismos unicelulares
hasta los seres humanos.
Ahora bien, en la evolución de la población no
desempeñan un papel sólo los procesos de
envejecimiento, sino también la tasa de natalidad.
En los países industrializados, especialmente
en Europa, la tasa de natalidad
entretanto ha descendido hasta un valor en el
que el crecimiento demográfico está estancado
o, incluso, retrocede. Para la preservación
de una sociedad se requiere una tasa de natalidad
de 2,1 niños por cada mujer; sin embargo,
en Europa, el valor se encuentra actualmente
entre 1,2 y 1,8. Si esta situación no
se modifica tendrá consecuencias considerables
en todos los ámbitos de la sociedad.

¿Un futuro sin niños?

La pregunta por las causas de la baja fecundidad
se encuentra en el centro del interés
científico y público. ¿Qué relación existe entre
el descenso de la natalidad y el aumento
de las nuevas formas de familia, como las
convivencias sin matrimonio o las familias
monoparentales? ¿Qué influencia ejercen los
factores sociales, económicos y de política
familiar? ¿Qué importancia tienen las representaciones
de valores y su transformación
en relación con la familia y los niños? Para
poder responder a estas preguntas, en la
década de 1990 se llevó a cabo en diecisiete
países europeos un “Estudio sobre Familia y
Fecundidad”. Abarca información sobre la
vida laboral y privada, la
escolaridad y la casa familiar,
la situación de vida
actual. También incluye
planes, deseos y opiniones,
por ejemplo, acerca de la
división del trabajo según
el género. Sobre la base de
esta extensa recopilación
de datos se pueden analizar
de manera sistemática
tanto la formación de la
pareja y la familia como la
disolución familiar. Si se
realiza una comparación
entre naciones distintas,
también es posible hacer
afirmaciones sobre la influencia
del entorno social
y cultural, las condiciones
del mercado laboral y las
medidas políticas sobre el
comportamiento individual.
La relación entre la evolución del mercado
laboral, la política estatal de previsión social,
la actividad laboral de las mujeres y la evolución
de la familia es un aspecto esencial de
la investigación que se lleva a cabo en el
departamento de Jan M. Hoem, que también
forma parte del Instituto Max-Planck de Rostock.
Hasta la década de 1980, un bajo índice
de población femenina activa acompañaba
una alta tasa de natalidad. Entretanto,
esta relación se ha invertido, ya
que hoy, los países con la menor proporción
de mujeres laboralmente activas presentan
las más bajas tasas de natalidad. Esto es
válido, sobre todo, para los países del sur de
Europa, como Italia, España y Grecia. Por el
contrario, en los países del norte de Europa,
como Suecia, Finlandia o Noruega, se registra
una tasa de natalidad relativamente alta
y, simultáneamente, una gran difusión de la
actividad laboral entre las mujeres. Las diferencias
radican en factores sociales y políticos.
Así, particularmente en los países del
norte de Europa existe un marcado esfuerzo
por alcanzar la igualdad de géneros. A esto
se suma, por otra parte, una gran aceptación
social de las madres que trabajan y una amplia
oferta de ayuda estatal para familias
donde ambos progenitores ejercen una actividad
profesional. En consecuencia, en estos
países la actividad laboral de las mujeres ya
casi no influye negativamente en la concre-
ción del deseo de tener hijos. En muchas
regiones de Italia, por el contrario, siguen
predominando las normas tradicionales y la
respectiva imagen de familia. Al no adoptar
medidas estatales que favorezcan a las mujeres
y los hombres jóvenes, las políticas
sociales prescinden en buena medida de
intervenir en la relación entre el mercado
laboral y la familia.
También en el caso de Alemania, los investigadores
e investigadoras de Rostock pudieron
demostrar que los diferentes contextos
sociales del Este y del Oeste inciden en el
comportamiento reproductivo. Aún hoy, como
ya sucedía en los tiempos de la República
Democrática Alemana, las mujeres del Este
siguen siendo relativamente jóvenes cuando
tienen a su primer hijo; en este caso, la desocupación
no las lleva a postergar el deseo
de ser madres. En cambio, la situación laboral,
en particular la del compañero, sí adquiere
una importancia mayor en el caso del segundo
hijo: es más raro que las parejas del
Este decidan tener un segundo hijo que los
padres del Oeste. No sólo con el ejemplo de
las diferencias entre Alemania del Este y del
Oeste, sino también al realizar la comparación
entre países europeos, queda claramente
a la vista cómo medidas de política familiar
iguales o similares pueden tener un impacto
muy diferente.

Quearse o abandonar el nido

Mudarse de la casa de los padres y fundar el
propio hogar son pasos decisivos en el proceso
de convertirse en adulto y, por ende, momentos
cruciales en la vida de una persona.
En general, por lo menos en las sociedades
occidentales contemporáneas, no sólo lleva
a los jóvenes a solventar por sí mismos un
hogar independiente, sino también a una
mayor autonomía social. Ahora bien, ¿quién
se muda y cuándo? Con este fin, los demógrafos
compararon el comportamiento de
personas nacidas en el mismo período de
tiempo; en estos casos, los científicos hablan
de cohorte de nacimientos. En Europa, los
resultados han mostrado grandes diferencias
Italia es, por ejemplo, el lugar donde
hijas e hijos se quedan más tiempo en la
casa paterna. En ese país, las mujeres se
mudan en promedio a los 24 y los hombres
incluso recién a los 27 años de edad. En
Suecia, por el contrario, los científicos constataron
la menor edad para emanciparse:
los hombres se marchan a los 20 y las mujeres
a los 19. En líneas generales, en los países
del sur de Europa se abandona la casa
paterna más tarde, un patrón que también
siguen algunos países del centro y del este
de Europa, por ejemplo, Polonia. Sin duda, la
disponibilidad de viviendas, la situación laboral
y el nivel de ingresos tienen una importancia
decisiva en relación con ello. Estos
resultados se corresponden con las diferencias
en las formas de vida de los países del
norte y del sur de Europa, que los investigadores
observan desde hace tiempo. ¿Y cómo
influye el comportamiento de independizarse
en la fecundidad? Un abandono tardío de la
casa de los padres, en teoría, no debe generar
necesariamente una tasa de natalidad
más baja. Pero, de hecho, en los países con
baja tasa de natalidad, el abandono de la
casa paterna va acompañado, a menudo, del
comienzo de la primera pareja estable. A la
luz de estos datos, los investigadores de
Rostock concluyen que la postergación del
inicio de la convivencia en pareja es el principal
factor de influencia en la baja fecundidad,
antes que la postergación del momento
de iniciar la vida independiente.
Con la película francesa “Tanguy, ¿qué hacemos
con el niño?”, se descubrió el fenómeno
de los hijos consentidos que no quieren
abandonar el nido familiar. La película fue un
éxito en Francia y su título original, que en
francés hace referencia al hijo que no quiere
abandonar la casa de sus padres, se ha convertido
en sinónimo del sentir de toda una
generación.